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Salmos 1:1
¡Qué feliz es el niño que no hace lo malo y no sigue el mal camino!
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Salmos 1:2
Este niño siempre está feliz porque ama las enseñanzas de Dios y piensa en ellas todo el día.
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Salmos 1:3
Es como un arbolito plantado cerca del agua, que siempre tiene frutos y sus hojas no se secan. Todo lo que hace le sale bien.
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Salmos 1:4
Pero los que hacen lo malo no son así, son como el polvo que se lleva el viento.
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Salmos 1:5
Por eso, los que hacen lo malo no podrán estar con los buenos cuando Dios juzgue.
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Salmos 1:6
Dios cuida el buen camino de los niños que le aman, pero el camino de los que hacen lo malo se pierde.