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Ezequiel 17:1
Un día, Dios me habló.
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Ezequiel 17:2
Me dijo: “Cuéntales a los niños un cuento bonito.”
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Ezequiel 17:3
Así que dije: “Había una vez un águila grande y poderosa.”
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Ezequiel 17:4
Esta águila fue a un árbol alto y cortó una ramita.
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Ezequiel 17:5
Ella plantó la ramita en un jardín muy fértil y creció fuerte.
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Ezequiel 17:6
La ramita se convirtió en una vid muy bonita, pero no muy alta.
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Ezequiel 17:7
Entonces, otra águila grande vino y la vid extendió sus raíces hacia ella.
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Ezequiel 17:8
El nuevo hogar de la vid era bueno, lleno de agua y sol.
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Ezequiel 17:9
Pero, ¿esa vid prosperará sin la primera águila, me pregunta Dios?
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Ezequiel 17:10
No, aunque la arraiguen, se secará y morirá.
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Ezequiel 17:11
Entonces Dios me dijo más cosas para contarles a las personas.
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Ezequiel 17:12
Pregunta a toda la gente si entienden este cuento.
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Ezequiel 17:13
Diles que el rey de Babilonia tomó al rey de Jerusalén como prisionero.
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Ezequiel 17:14
Hizo un acuerdo con él para que sea leal y no rebeldes.
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Ezequiel 17:15
Pero el rey de Jerusalén no obedeció e hizo alianza con Egipto.
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Ezequiel 17:16
Dios dice que ese rey no tendrá éxito ni escapará de su castigo.
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Ezequiel 17:17
El faraón de Egipto no lo ayudará en la guerra.
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Ezequiel 17:18
Por esto, será llevado otra vez prisionero a Babilonia.
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Ezequiel 17:19
Dios dice: “Voy a castigarlo por romper mi alianza.”
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Ezequiel 17:20
Lo atraparé como en una red y lo llevaré a Babilonia.
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Ezequiel 17:21
Todos sus guerreros caerán y los demás escaparán, pero no vencerán.
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Ezequiel 17:22
Dios dice que tomará una ramita de la cumbre del cedro y la plantará en una montaña alta.
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Ezequiel 17:23
La ramita crecerá y se convertirá en un árbol majestuoso.
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Ezequiel 17:24
Todos sabrán que Dios hace crecer y secar los árboles a su voluntad.